PATRIOTISMO DE PRIMER GRADO

Publicado en por Claudia Molina

 

Con cierta emoción y por qué no, otro tanto de orgullo, fui testigo de los festejos conmemorativos de la gesta de 1810. A doscientos años de aquel día en el que se reunieron por primera vez un grupo de personas para decidir el futuro del pueblo argentino, con visión y convicción en sus ideales no dudaron en dejar de ser espectadores para transformarse en verdaderos protagonistas de la historia de nuestro país. Personas que no se quedaron en charlas de escritorio a puertas cerradas únicamente, sino que, más que hablar hicieron.

 

Dicen que observando la historia uno puede encontrar la clave del presente y porque no del futuro,  aprendiendo de los errores, copiando los aciertos, en fin. Creo que en este momento tan particular por el que atraviesa nuestro país, nos haría bien por un momento volver a la época en que éramos pequeñuelos cachetones y regordetes envueltos en un guardapolvo para recordar que sucedía aquel 25 de mayo de 1810. Para entender que significa en realidad y sobretodo para ver que podemos aprender de ello.

 

Estamos en tiempos por demás revueltos, donde los cambios son inminentes y pueden llegar a tornarse en tiempos muy difíciles y dolorosos si cuando lleguen no nos encuentran unidos y consolidados con todas las características de un país que está en vías de crecimiento. Estoy convencida de que Argentina necesita no una, ni dos, ni diez, ni mil, sino muchas más personas con la misma iniciativa y vocación de hecho que tenían los integrantes de aquella Primera Junta. Argentina necesita personas que no hablen tanto y que hagan más. Más personas con espíritu cooperativo y menos con individualismos. Más personas que en vez de estar criticando todo el tiempo se "arremanguen" la camisa y se pongan a trabajar a la par de aquellos a quienes quisieran cuestionar, aportando ideas, conocimientos, sugiriendo nuevas estrategias, etc.

Bien dicen que la unión hace la fuerza o, parafraseando una de las más grandes obras literarias que dio nuestra tierra gaucha que entre sus líneas decía algo así "los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera". Exactamente eso es lo que nos está ocurriendo, nos están devorando, literalmente. Y no es que el contrincante sea demasiado fuerte ni mucho menos invencible, cualquier oponente resultará difícil de vencer cuando uno está desestabilizado en el esquema organizacional, porque de él depende el resto de los subsistemas. Entonces, ¿de quién es la culpa? ¿De quién?

Ojala esta fecha, que como la mayoría de las fechas en las que recordamos algún acontecimiento importante nos conmueve, no sea la excepción. Y me atrevo a pedir aun más, que no sólo quede en la emoción fugaz de entonar el Himno Nacional en un acto cívico. Que esa emoción sea el detonante de una profunda y honesta reflexión, no de lo que somos como país sino de lo que somos como ciudadanos, de lo que somos capaces de lograr cada uno en lo particular como eslabones de una gran cadena. Y que esa reflexión desemboque indefectiblemente en ganas de actuar, de ser, de hacer, de formar parte,  en tener la capacidad de escuchar porque no todos vamos a pensar de la misma forma pero escuchar es la clave para llegar a un razonamiento coherente. Que podamos pulir nuestra capacidad de diálogo que tanto nos hace falta. Resulta paradójico que en la era de las telecomunicaciones, es cuando menos dialogamos con el resto de las personas.  Si nos fijamos bien, es probable que la mayor parte del tiempo la pasemos tratando temas carentes de importancia y de carácter netamente superficial; miramos pero no vemos, oímos pero no escuchamos, la brecha que existe entre los unos y los otros se ensancha minuto a minuto. Con tanto lobo suelto... ¡Vaya si seremos presa fácil!

 

En estos días, en lo que no se habla de otra cosa que no sea el bicentenario, he escuchado tantos discursos, tantas palabras, tantas reflexiones, tantas... lástima que siempre ocurre lo mismo. Mientras dura la ocasión a conmemorar o celebrar, nos sensibilizamos, reflexionamos, idealizamos cómo debiera ser o como nos gustaría que fuera la sociedad en la que vivimos, incluso sentimos deseos de luchar por un cambio. Pero poco dura ese pensamiento movilizador. Una vez que el día en cuestión ha pasado, cada quien vuelve a sus actividades, a sus quehaceres, y todo parece volver a comenzar, tal y como un círculo vicioso. Atrás quedaron las intenciones. Atrás queda un feriado más. ¿De qué sirven los actos conmemorativos, tantos discursos ensayados, tanto protocolo? ¿Para qué? ¿En qué pensamos los argentinos cuando asistimos a este tipo de acontecimientos? ¿Cuál es el verdadero sentimiento de patriotismo? 

Recuerdo que cuando estaba en la primaria creía que entonando con voz fuerte y clara las estrofas del Himno Nacional, portando una escarapela, colgando una banderita en la puerta de casa, o coloreándonos el rostro de celeste y blanco cuando jugaba la selección, era suficiente para ser todo un patriota. A medida que fui creciendo, ya las cosas no eran como las había imaginado en un principio. En primer lugar entendí que ser un buen patriota no se logra con meros simbolismos. En segundo lugar creo firmemente que "hacer la patria" implica involucrarse, ser protagonista, trabajar a diario dignamente para llevar el pan a la mesa, instruirse, crecer como persona, como ciudadano, ser buenos vecinos, hacer valer nuestras ideas y luchar por ellas pero respetando las ideas de los demás,

cuidar el espacio que nos toca, ser caritativos con aquellos que lo necesitan, cooperar así sea en lo mínimo no se, ayudando a una anciana a cruzar la calle, cederle el asiento de un autobús a una embarazada o a una persona mayor, en definitiva saber convivir. Hay tantas cosas que se pueden hacer. Con esto no garantizamos que el país se recupere, no vamos a salvar el mundo. Si creo que se puede mejorar nuestra calidad de vida y seguramente la de las personas que nos rodean. Una actitud positiva, optimista, llena de esperanza puede ser la clave para contagiar a los demás. Entre otras cosas, creo que de eso se trata el patriotismo.

 

Ahora bien, cuando observo a la gente en la calle,

o en el ámbito en el que me manejo,

o cuando prendo la televisión y escucho lo que dicen,

más me convenzo de que para la mayoría de las personas

su concepto de patriotismo

no está lejos de aquella infantil impresión

que tuve allá en mi infancia.

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N
<br /> <br /> Muy interesante tu blog. Y me gustó el artículo que comento. Hay una palabra muy importante, debería usarse más: "involucrarse".<br /> <br /> <br /> Exitos.<br /> <br /> <br /> Norberto Tesy Wernicke. www.tesywernicke.com<br /> <br /> <br /> <br />
Responder
C
<br /> <br /> Gracias Norberto por tu apreciación. Es cierto el involucrarse es algo que se nos ha olvidado no solo como ciudadanos, sino también en otros aspectos de la vida cotidiana. Habrá que empezar a<br /> ponerlo en práctica entonces.<br /> <br /> <br /> Abrazo.<br /> <br /> <br /> <br />